Débora Fernández-Cervera, Jéssica Barro y los compañeros de piso Isaac Pérez Treviño y Julio Anderson Luciano fueron víctimas de crímenes cuyos autores intentaron convertir en un hecho accidental.
Darle una vuelta a lo que semeja a simple vista, a la primera hipótesis, permitió desenmascarar a dos asesinos con conciencia forense y que una muerte archivada durante años por un escenario ficticio tuviese su oportunidad judicial.