El segundo álbum de Jungle es, según el
dúo de productores de dormitorio formado por Tom McFarland y Josh Lloyd-Watson,
el sonido de una radio post apocalíptica emitiendo sin fin canciones de ruptura
y duelo. Esa es la idea que se trajeron a Europa después de haberse instalado
unos meses en Los Ángeles para componer y grabar las canciones de su esperado
trabajo. Una vez en la soleada California la realidad se impuso a las
expectativas y las sesiones de grabación coincidieron con turbulencias
sentimentales y el colapso de las relaciones de ambos productores con sus
respectivas parejas.
El resultado es un brillante álbum de
precisión quirúrgica propulsado por neo R&B y disco-soul al servicio de la
emoción.