Según la tradición, durante la noche del 1 y 2 de noviembre las almas de los difuntos sale de su mundo para abrazar a sus seres queridos vivos. Por eso, los mexicanos guían a sus muertos con distintas ofrendas y fotografías, además de preparar su comida favorita. Tamales, atole, mole, pan, frutas, dulces y bebidas llenarán las ofrendas que las familias montarán en sus casas para recordar a sus difuntos.