El peligro que corre un cristiano es el engañarse a sí mismo, al no reconocer que somos débiles y que muchas veces abrimos nuestros labios o actuamos de manera indebida haciéndonos jueces cuando en verdad somos parte del problema, Hebreos 12 :12-15 “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”.