El presidente Petro ha tomado la iniciativa de pedir al magisterio colombiano, a través de X, antes Twitter, que organice marchas. Esta solicitud no solo desvía la atención de las verdaderas necesidades educativas del país, sino que también pone en jaque la calidad de la educación, al incentivar la ausencia de los profesores de sus aulas. ¿Es este el ejemplo de liderazgo que esperamos? Promover la protesta durante horas laborables, y más aún, sugerir que se haga sin repercusiones económicas para quienes abandonan sus responsabilidades, subraya una desconexión alarmante con los principios de compromiso y responsabilidad.
La propuesta del presidente, lejos de fomentar un debate constructivo sobre los problemas educativos, amenaza con robarle a nuestros hijos días valiosos de aprendizaje. Al no descontar el día a los profesores que decidan marchar, el mensaje que se envía es uno de complacencia ante la negligencia. #NosEstánRobandoLaEducación no es solo un hashtag; es un llamado a reconocer que cada día sin clases es una oportunidad perdida en la formación de nuestras futuras generaciones. La educación debería ser nuestra prioridad máxima, no una moneda de cambio para agendas políticas. Salen a presionar a la Corte para que elija Fiscal ya, pero ¿eso qué tiene que ver con educación? ¿Por qué se le niega el derecho a recibir educación a nuestros hijos y no pasa nada? Algún día la comunidad de padres estudiará la regulación de la protesta y econtrará la vía para impedir que sus hijos pierdan días de estudio, mientras los profesores reciben sueldo como si hubieran asistido toda la jornada a trabajar.