Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los na-
dies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto
la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la
buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en
lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los na-
dies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se le-
vanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de
Pereira, Risaralda, una mañana y una tarde lluviosas del 17 de mayo de 2021.
Señor Alcalde, hoy amaneció lloviendo en Pereira, la mañana trajo una brisa fresca, fría, húmeda… ¿Sabe? Me gusta la ciudad cuando hace frío, salí a caminarla un poco, quizá aprovechando que hoy es día festivo y que la ciudad está en la mayoría de sus calles solitaria, por no decir desolada, Alcalde usted me entiende, espero.
El sabor de las mañanas frías de la ciudad, que al medio día puede llegar a temperaturas de 30 o 32 grados, ha sido para mí un acto poderosamente poético y sublime, uno termina por acostumbrarse, alcalde, a qué en Pereira, la ciudad que usted gobierna, hay que llevar en el morral, gorra, bloqueador solar, sombrilla y chaqueta, pues de una cuadra a otra puede usted pasar de una resolana a un aguacero arreciante, que se le mete a uno por dentro de los zapatos y le empapa a hasta el alma, uno llega a casa mojado hasta el cuello, pero con los años va aprendiendo a no molestarse con estas alteridades climáticas. ¿Le ha pasado señor alcalde? Si no le ha sucedido, lo conmino a camine desprevenidamente por la ciudad y a que se deje tostar del sol del mediodía y a calar los huesos con los aguaceros de la noche, alcalde… usted me entiende, espero.