Notas en Español e inglés 👇
Génesis 47: Vivimos aquí pero no somos de aquí.
Génesis 47:23-31:
Entonces José dijo al pueblo: —He aquí, hoy os he comprado, para el faraón, a ustedes y sus tierras. Aquí tienen semilla; siembren la tierra. Y sucederá que de los productos darán la quinta parte al faraón. Las cuatro partes serán de ustedes para sembrar las tierras, para su sustento, para los que están en sus casas y para que coman sus niños.
Ellos respondieron: —¡Nos has dado la vida! Hallemos gracia ante los ojos de nuestro señor y seremos siervos del faraón.
Entonces José instituyó como ley en la tierra de Egipto, hasta el día de hoy, que la quinta parte pertenece al faraón. Solamente la tierra de los sacerdotes no llegó a ser del faraón.
Habitó, pues, Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén, y se establecieron en ella. Allí fueron fecundos y se multiplicaron mucho.
Jacob vivió en la tierra de Egipto diecisiete años; y los días de Jacob, los años de su vida, fueron ciento cuarenta y siete años. Cuando se acercó el día de la muerte de Israel, este llamó a su hijo José y le dijo: —Si he hallado gracia ante tus ojos, pon tu mano debajo de mi muslo y muéstrame misericordia y verdad; por favor, no me sepultes en Egipto, sino que cuando repose con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos.
José respondió: —Yo haré como tú dices.
Y él dijo: —¡Júramelo!
Él se lo juró. Entonces Israel se postró sobre la cabecera de la cama.
A pesar de que ellos estaban viviendo en Egipto por voluntad de Dios, Jacob tenía claro que esa no sería su tierra, la tierra prometida a Abraham. Es por eso que él tomó muy en serio esta convicción de no ser enterrado en Egipto. Ya notamos anteriormente que Abraham compró un terreno con una cueva para que fueran sepultados ahí sus seres queridos.
Jacob hizo prometer a José que no lo enterrara en Egipto. Esto hizo que José también hiciera el mismo juramento a sus descendientes. Siglos después, cuando Moisés liberó al pueblo de la esclavitud, llevaron los huesos de José para que se cumpliese su deseo.
Esta actitud de fuerte convicción es un gran ejemplo que debemos tomar ante el mindo donde vivimos porque no somos de aquí, estamos aquí de forma temporal.
Cuando entregamos nuestras vidas al Señor Jesucristo, nuestras vidas son transformadas, nos alejamos de las cosas que son dañinas, reconocemos las cosas que contaminan nuestra alma, y nuestra forma de vivir se va adaptando cada vez más a la Palabra de Dios. Pero esto no significa que debemos aislarnos de la sociedad. No debemos irnos a vivir a una cueva, en la montaña o construir nuestra propia ciudad de solo habitantes cristianos. Jesús dijo que fuéramos luz en las tinieblas y sal a este mundo.
Debemos impactar esta sociedad con el mensaje de vida eterna y salvación; llevar amor, paz, y esperanza a este mundo insensible, caótico y desenfrenado. Todo esto se debe hacer pero teniendo una convicción clara y firme de que este mundo pasará y que sus atracciones inmorales son las que destruyen el alma.
Por eso, vivamos en este mundo de forma justa y piadosa, sin poner la mirada en esta tierra sino en la eternidad; en los cielos nuevos y en la tierra nueva.
Hagamos la obra de Dios sin necesidad de perder el propósito y el objetivo de ser fieles al Señor en medio de un mundo imperfecto. Jesús nos indicó que nosotros vivimos en este mundo pero que no somos de este mundo en Juan 17:14-19: “Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la...