Cuando nuestro Señor Jesucristo fue cuestionado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y luego cuando fue llevado ante Pilato y a Herodes, siendo acusado, nada de eso sucedió porque las cosas se le salieron de control. No pasó porque una turba de personas llegó, lo arrestó y lo sometió injustamente. Todo lo que sucedió, desde cuando habló, hasta cuando decidió no hablar, fue cumpliendo la palabra que habían profetizado los profetas acerca Él.