Para que la palabra de Dios tenga efecto en nuestra vida, hay que tener una actitud de humildad para recibirla. La segunda parte de esto, es que no basta solo con oír o leer. Santiago nos advierte de peligros potenciales que hay en aquellos creyentes que solo escuchan la Palabra pero no la practican y no la ponen por obra. La proposición de este pasaje, de Santiago, es que la fe verdadera se demuestra a través de la obediencia a la Palabra de Dios, transformando a los creyentes, de oyentes pasivos a hacedores activos de la Palabra de Dios.