Para los que han comprendido que ser padre es negarse a uno mismo,

Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!

Proverbios 31: 10 NVI.

“Dios es nuestro amparo y fortaleza,

Amigos ya llevamos varias semanas desde que dejamos nuestros templos. Ahí están vacíos y sin ruido. Silentes y mudos. Hoy fríos espacios que esperan en algún momento volver a cobijarnos. Pero, quien cuida y guarda nuestras vidas no está restringido al templo. Está en cada vida que le confiese y vive su fe en él

Jesús con mucha honestidad le dijo a un grupo de hombres y mujeres desalentados por las circunstancias “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo” y a poco de dejarles les dice “yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”

“Así como las montañas rodean a Jerusalén, así rodea el Señor a su pueblo, ahora y siempre.” Las montañas no se “mueven” sino fuera porque la tierra misma se mueve. Es decir, debe existir una fuerza tan grande como ellas para que cambien de lugar. En consecuencia, si el Señor es nuestra confianza todo lo demás está en buenas manos. No hay fuerza mayor a su amor y fidelidad.

Tenemos un ruego que expresa la necesidad de tomar consciencia de nuestra caducidad. Una súplica para vivir sabiamente. Siglos más tarde el apóstol Pablo diría lo mismo en Efesios capítulo cinco verso dieciséis “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Es sabernos finitos; estar conscientes y vivir sabiamente. No desperdiciando la vida

A pesar de cuestionar nuestras convicciones de fe, Dios en su paciencia no nos desecha; al contrario, nos ama y da la oportunidad de volver a empezar y de recuperar nuestra comunión con él.

Una férrea relación con Dios puede prevenir que tu pie resbale tal como lo dice el Salmo cientoveintiuno verso tres: “No dará tu pie al resbaladero,”

Sin duda no es fácil perdonar; pero, no imposible.