¡Toma culiao! fueron las palabras que marcaron un punto de inflexión. Era el inicio del nuevo milenio y nuestra generación se hallaba en plena adaptación al cambio. En aquel momento, un joven, hasta entonces desconocido, decidió desafiar las normas. Con escasos recursos y una determinación férrea, se aventuró en un territorio poco explorado: las animaciones flash. Lo que aconteció a partir de entonces se convirtió en historia, y quién mejor para relatarla que el propio arquitecto de esas animaciones. Un héroe para muchos, que nunca imaginó que su legado perduraría hasta nuestros días. Spectro es el nombre del genio que reside tras la magia.