Es difícil aceptar que no sabemos amar, que estamos aprendiendo a amar, ya que normalmente lo confundimos con los deseos y los apegos. El ser humano vivencia un mundo de miedo, vanidad y orgullo, cuando se aparta del amor incondicional el cual no está bajo su control, pues pertenece a una energía superior. Pero si permitimos que el amor nos use como instrumento de su misión, estaríamos rindiendo así la vida del ego. Meditar, perdonar e invocar ese amor nos va a permitir que dejemos de sufrir, pues sufre el que no sabe amar.