La piel se vuelve refugio en los brazos correctos. Y esos son los que anhelamos, aunque algunas veces resulten incorrectos o no acertados. Aunque a veces nos perdamos en unos ojos traicioneros, o nos gastemos la vida porque aquellos nos hirieron tratando de que les olvidemos. E intentamos y pensamos en que en la próxima oportunidad, si es que la daremos, igual no seremos. Porque dejaremos atrás ese "algo" de nosotros que nos definió un tiempo, pero solo fue un lastre que hizo que no le gustemos, al menos lo suficiente como para quedarse el tiempo que tanto merecemos. Entonces cambiamos, nos transformamos en mejores versiones, según nuestros carentes corazones y damos inicio a mostrarnos farsantes, no sentimos, no queremos, porque duele y duele en serio ¿para qué carajos, si cuando nos entregamos nos hieren con los brazos abajo? Y decidimos ser quienes no somos, ni seremos, pero creyentes de que es la mejor opción, adoptamos ese "algo" que alguna vez nos hirió. En el proceso matamos corazones o al menos solo los herimos, carajo, al fin que no somos ellos, los que en el pasado nos dañaron. Ahora nos convertimos en lo que antes repudiamos. Unos hipócritas que vamos por la vida haciendo como que no sentimos, solo porque un día nos respondieron con un gracias después de un te quiero. Qué delicados nos volvimos. Como si aquellas palabras fueran moneda de cambio. Y si esa es la razón de atrás quedarnos. De perdernos, de rompernos, de quebrarnos, de no encontrarnos. Les digo que chingada madre, estamos tan equivocados.
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