Japón es un archipiélago muy peculiar; el entretenimiento que ellos consumen siempre ha sido un contraste para el medio occidental, y ciertas obras se han infiltrado a nuestra cultura. Tales obras residen en el anime, en el manga. Y su visión, tan icónica como polémica, yace en ellas. Figuras santificadas del occidente son parte de su entretenimiento, de su asimilación del exterior y tal dinámica se recrea en el occidente.