El dólar soja hizo que la Argentina se corra dos pasos del precipicio. Pero tiene costos. El tesoro en algun lugar tendrá que contabilzar un déficit de 200.000 millones de pesos. Ahora el gobierno tiene que poder resistir la presión de los sectores para que le hagan su tipo de cambio a medida. El Banco Central prorroga el cepo a las importaciones y tiene la diyuntiva entre acumular reservas o evitar una devaluación más rápida. Esta semana el dolar oficial aceleró. Mientras tanto la recuperación de la actividad económica se queda sin nafta. El empleo todavía muestra buenos datos, pero no debería durar mucho. Atentos a la inflación esta semana.

Los sucesos de la casa de Cristina ponen a la Argentina un par de escalones más abajo independiente de cuál sea la hipótesis de lo sucedido. En la economía se lanzó el dólar soja a 200 mangos. Va a servir para salir de la situación desesperante de reservas, pero no resuelve el problema de fondo. La floja recaudación de agosto evidencia que la actividad económica empezó a aflojar. No es que se venga una mega recesión, pero no hay un buen segundo semestre para la Massa y los Fernández. 

La semana estuvo teñida por la política y la victimización de la jefa espiritual de una nación devaluada. La actividad de junio anduvo bien, pero no va a durar. Las cuentas fiscales de julio también fueron buenas, pero hay algunos truquitos que no permiten demasiado optimismo. Lo que aprieta el zapato es la cuestión cambiaria que luego de un mes en el cargo, Massa no consiguió arreglar en buena medida porque no hay soluciones fáciles. No puede devaluar y quedan reservas para 4 días de importaciones. Mientras tratan de encontrarle la vuelta, la respuesta es más cepo todavía. 

Massa dio el primer paso con las tarifas. No se entendio nada. No es un buen esquema, pero es mejor que este gobierno empiece a ajustar la economía. Ahora el mercado sigue esperando que haya un nuevo esquema cambiario porque el Banco Central sigue raspando la olla. Se dice que la jefa permite cierto ajuste, pero no la devaluta. Mientras tanto salen medidas humificadas como el blanqueo constructivo. Se viene una semana cargada de datos económicos.

El Banco Central subió la tasa de interés casi 10 puntos. Ahora la tasa empata con la inflación y puedo ayudar algo a la demanda de pesos. De todas maneras, como medida asilada no alcanza y tendrá sus costos por el lado de los pasivos del Banco Central y también frenará algo la actividad económica. Mientras tanto a dos semanas de haber sido elegido aún no consiguió un economista en el equipo y la cuestión cambiaria pide a gritos alguna medida. La inflación confirmó su tendencia demencial en julio y empezó pum para arriba en agosto. 

Massa presentó un discurso bien organizado con objetivos claros, pero dificilmente pueda cumplirlo. Aun no pudo conformar un equipo consistente y tiene urgencia en conseguir dólares y en ese flanco no se avanzó mucho. Las propuestas son mucho más expresiones de deseos que un plan, pero al menos hay algunos ajustes en materia fiscal, algo que no está en la naturaleza de Sergio Tomás Massa. La baja de subsidios no alcanza, pero es un avance. Con esta propuesta el gobierno dificilmente de vuelta la economía, pero tiene chances de llegar de manera decente al 2023.

El nombramiento de Massa parece ser una especie de Doble o Nada para un dirigente con muy mala imagen que apuesta a sacar a la Argentina  de este atolladoro para cambiar su suerte política. La tiene difícil desde la economía más allá del peso político y experiencia de Massa. No habrá solución si no lo dejan hacer un fuerte ajuste fiscal y eso si o si tiene que pasar por cambios en la política energética donde Cristina Kirchner mantiene a sus alfiles. No es claro que Massa pueda armar un equipo sólido con el diagnóstico correcto. La cuestión cambiaria y monetaria tampoco está sencilla. Algunos dicen que quiere ser el próximo Lavagna, pero no tuvo un Remes que le ajuste la economía primero. Esperamos a los anuncios del miércoles. 

El gobierno navega sin rumbo. Las señales que se muestran denotan impericia e inexperiencia. Otra vez buscan los dólares de los turistas sin mirar la realidad de cómo funciona el mercado. Y ante la lógica suba del dólar paralelo sacan el manual de populismo culpando a los argentinos que viajan, al campo o a los cambistas. A partir de julio se nota el parate en la economía.  Es difícil predecir mejoras, pero para no seguir empeorando las autoridades deberán conectar un poco más con la realidad en vez de amenazar como para aunque sea intentar encontrar el camino o más no sea un sendero de tranquilidad temporaria. 

El dólar llegó a 300. Aunque el número impacte, está muy por debajo del valor de octubre 2020. Si bien el gobierno resolvió al menos temporariamente el problema de los bonos en pesos y subió fuerte la tasa de pases, no consigue generar credibilidad. Nadie confía en que el gobierno pueda reducir de manera genuina el déficit fiscal. Es claro que no hay voluntad para devaluar, pero no parece que esta estrategia aguante hasta las primarias de agosto de 2023. La inflación mientras tanto pinta para más de 7 en agosto y al menos 90% para todo el 2022. Quedaremos a nada de los 3 digitos. 

La primera semana de Batakis fue durisima con el dólar pasando de 240 a 300. Parte de la culpa no es suya. Arrancó devaluada tras 30 horas sin ministro. Pero su primera acción fue ir a C5N a decir lo que el Kirchnerismo quería escuchar. Su libreto parecería ser un "Siga Siga", sin plan para revertir la confianza. El Banco Central tampoco ayuda y la doctora mostrando gráficos desde Santa Cruz mucho menos. La silla eléctrica es poco. Mientras tanto la inflación de julio arrancó pum para arriba. Los comerciantes se pusieron a leer a Shakeaspeare.