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Aunque la conocimos a través de la pequeña pantalla presentando distintos formatos, Anne Igartiburu se siente comunicadora. Apuesta firmemente por la sororidad, “mal no hace, y acompaña al otro a estar mejor”, cree en la inteligencia del corazón, sabe mantener a raya su privacidad, ha experimentado diferentes maternidades y defiende la necesidad de priorizar el autocuidado, “hay que sacar, exigir tiempo para tu cuidado físico y emocional”. Así es Anne, la invitada esta semana de la Mala Madre Jefa, Laura Baena.
Encerradas en el confesionario, Anne y Laura hablan de “malamadrear hacia fuera”, de conciliación, y de cómo se complica cuando eres una persona con gran nivel de exposición pública, sometida al juicio de los demás. También de la necesidad de saber renunciar a cosas a favor de la maternidad y la crianza, “para mí la crianza fue muy bonita, a pesar del terremoto que supone”, dice Anne. Y le confiesa a Laura uno de sus deseos más fuertes, que sus hijos sepan siempre que han sido muy queridos y deseados, que no le deben nada, porque “nuestros hijos no son nuestros...estamos para acompañarlos”.
Los corazones, campanadas y bailes quedaron atrás, Anne tiene ahora su pantalla más personal, su canal “Mi latido de más”, en YouTube, con más de 500 conversaciones sobre bienestar emocional y autoconocimiento.
Aunque la conocimos a través de la pequeña pantalla presentando distintos formatos, Anne Igartiburu se siente comunicadora. Apuesta firmemente por la sororidad, “mal no hace, y acompaña al otro a estar mejor”, cree en la inteligencia del corazón, sabe mantener a raya su privacidad, ha experimentado diferentes maternidades y defiende la necesidad de priorizar el autocuidado, “hay que sacar, exigir tiempo para tu cuidado físico y emocional”. Así es Anne, la invitada esta semana de la Mala Madre Jefa, Laura Baena.
Encerradas en el confesionario, Anne y Laura hablan de “malamadrear hacia fuera”, de conciliación, y de cómo se complica cuando eres una persona con gran nivel de exposición pública, sometida al juicio de los demás. También de la necesidad de saber renunciar a cosas a favor de la maternidad y la crianza, “para mí la crianza fue muy bonita, a pesar del terremoto que supone”, dice Anne. Y le confiesa a Laura uno de sus deseos más fuertes, que sus hijos sepan siempre que han sido muy queridos y deseados, que no le deben nada, porque “nuestros hijos no son nuestros...estamos para acompañarlos”.
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