*Realizador: Jorge Echavarría. *Lector: Carlos Ignacio Cardona.
Adán y Eva se descubren sin ropas al trasgredir la prohibición divina, tras lo que, como primer sastre, “…Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió…” ; la incansable Penélope, esposa de Odiseo, tejía un ajuar mortuorio para su suegro, Laertes, distrayendo así a sus pretendientes; Helena, la mujer más bella que desató una guerra a su pesar, también teje una doble tela que narra “…las batallas que los troyanos domadores de caballos y los aqueos revestidos de bronce sostuvieron a causa de ella por mano de Ares…”, y también Circe, la enamorada hechicera, está ocupada en “…una tela grande, divina y tan fina, elegante y espléndida como son las labores de las diosas…”; también Petronio, llamado árbitro de la elegancia en la Roma de Nerón, nos cuenta que Fortunata, la esposa del rico Trimalción, “…llegó al pronto, vestida con una ligera túnica color cereza , levantada y sujeta de un lado por un cinturón verde claro, que dejaba sus ligas al descubierto y los muslos, que cubrían bordados del mismo material…
Podríamos seguir este interminable recorrido, donde el vestuario es, más que un tema intrascendente, otro protagonista de la literatura al lado de personajes y peripecias. Pasemos a otros textos y autores donde esta alianza es bien importante para definir formas de ser y de relacionarse, a través de vestidos de gala, de uso diario y de uniformes militares...