El bulling fílmico puede ser divertido, no sólo por su ingenio, también por demostrar que hay una justicia inevitable (aunque no nos toque verla).

John Irving, peso completo de la literatura norteamericana, escribe “Oración por Owen” para mostrar parte de las entrañas de aquel país. Un novelón.

John Kennedy Toole vio la gloria literaria de forma póstuma, luego de darse solo el pase de salida. Sin embargo, su literatura habla de una vida vista con la mayor alegría.

Francisco Tario es uno de los pocos grandes escritores mexicanos. Leerlo es obligado para comprender ciertos procesos interiores.

Mijail Lermontov escribe a principios del siglo XIX “Un héroe de nuestro tiempo”, eficaz novela donde el individualismo se asemeja a la actualidad

León Tolstoi escribe “La muerte de Iván Ilich” donde se ve que ser juez sin vocación no da la felicidad ni imparte justicia. Como la reforma judicial mexicana. Al morir en soledad y dolor profundo, Iván se pregunta si sus decisiones definitorias en la vida fueron las correctas.

La buena película mexicana “Casi el paraíso” muestra la vigencia de la novela homónima de Luis Spota en retratar a los políticos mexicanos y al malinchismo nacional

Alejandro Rojo Vivot escribe “Aquel”, compilación de juegos de palabras de profundidad y eficacia humorística. Además, incluye ensayos sobre las causas, las formas y alcances del humor.

Arthur Hailey escribe hace 50 años el best seller “Traficantes de dinero” para hablar de los banqueros, unos rapaces y otros defensores de su clientela. Un entretenido modo de ver la persistencia de lo criminal.

A partir de “La sociedad humorística” de Gilles Lipovetzky vemos el camino de la sociedad y del individuo hacia el narcisismo y el humor rebajado en su concepto y efecto crítico.