Algo que hace de Adriano un personaje especial es la pasión, la casi obsesión por Antínoo, el joven que murió misteriosamente en el Río Nilo. Adriano cargó durante muchos años el luto por la pérdida de su amado. Su afán por salvar a Antínoo del olvido lo llevó a hacer numerosas efigies de él. En esta breve lectura, el emperador, en voz de Marguerite Yourcenar, narra lo sucedido aquellos días en los que se conmemoraba el aniversario de la muerte de Osiris, dios de las agonías.