Me gusta ver cómo me despachan mi leche usando como medida de a litro, un cilindro de acero inoxidable con asa, ese que la despachadora sumerge en el tambo, en donde está toda la leche bautizada, en el que se ve bien bonita, bien olorosa. Desde ahí la saca chorreando, con la medida sube su brazo hasta arriba y deja caer la cascada adentro de mi bote. Harta espuma se hace retumbando toda. Eso me gusta mucho. Luego, para terminar, después de servirme mis dos litros me pone un chorrito de pilón. Es que creo yo que le caigo bien, porque ya se dio cuenta de que siempre, antes de salirme del establo, me tomo un traguito usando como vaso la tapa de mi bote. Me encanta sentirla calientita, saborearla poco a poco, porque siento que sabe al olor de la pastura y que así es como que me despido de mis vacas.