La raíz acaricia, estallando de ternura, la humedad de la tierra: y tiembla entonces el corazón del mundo cuando el árbol va sumergiendo sus sueños, los más íntimos, en el limo profundo, oscuro y suave, transfundiendo la sustancia, va entrando, penetrando los secretos del barro. Se alza luego, con la fuerza imparable de los sueños, se eleva como quien quiere rozar lo imposible, y lo que era uno se disocia, e imagina senderos, sueña caminos, dispara sus ramas, y luego, como una bomba, como una explosión de vida, brota de cada rincón, de ese misterioso y perfecto ente que es el árbol, la savia más pura, el lento y más hermoso elogio a la vida.