Un aerobús de Air France que llevaba 239 personas fue secuestrado por cuatro terroristas argelinos justo antes del despegue. Los terroristas exigieron la excarcelación de líderes musulmanes apresados por las autoridades argelinas. Los políticos argelinos se negaron a satisfacer las demandas terroristas. Como represalia, los secuestradores mataron a un pasajero y lo arrojaron fuera del avión.
El gobierno argelino permaneció inmutable. Mataron a un segundo pasajero y luego a un tercero. Como resultado de la presión ejercida por el gobierno francés, el avión despegó y se dirigió a Marsella. La inteligencia francesa se había enterado de que los secuestradores tenían la intención de dirigirse a París y hacer explotar el avión encima de la ciudad. Según se cuenta, se ordenó a aviones de caza que acompañaran al avión con instrucciones de derribarlo si variaba su curso.