La Alegría de Vivir.
Con los años, te darás cuenta de una verdad irrefutable: lo mejor no estaba en el mañana, sino en el momento presente en el aquí y el ahora. Este instante, efímero y a la vez eterno, es un regalo que a menudo desechamos en nuestra búsqueda frenética de lo que vendrá pensando que siempre será mejor. Con cada segundo que pasa, el necio se adentra más y más en un laberinto de ilusiones, persiguiendo un horizonte que nunca parece alcanzarse. Sin embargo, solo con los inviernos pasados aprendemos a valorar la riqueza de la experiencia presente.
La vida es la mejor maestra; llegué a sentirme el hombre mas triste de un Aeropuerto en Brasil para años después sentirme uno de los seres más afortunado de toda Andalucía. Hay una energía palpable en el momento presente, un latido que resuena en nuestra esencia que vibra, recordándonos que realmente estamos vivos. Cada día se convierte en una oportunidad única para disfrutar, para experimentar y para sentir: un café en la mañana, un beso verdadero, los vientos del sur jugando con las nubes... Y sin embargo, muchas veces nos perdemos en las preocupaciones del mañana, olvidando que el pasado ya no existe y que el futuro es una mera construcción hipotética de nuestra mente.
Imagina poder llegar a vivir como si no tuvieras nada que perder. Este pensamiento (con método), provocador y liberador, abre las puertas a un horizonte de posibilidades infinitas. Cuando uno se permite vivir desde esta perspectiva, cada día se transforma en una celebración donde solo el sueño profundo pone fin a una jornada de realización vital. El último beso del dia se convierte en un acto pleno, cargado de amor pasional y entrega; cada risa no forzada resuena como un eco de felicidad pura, cada café compartido deviene en un ritual de conexión humana con el ser y la tierra que nos da sus más bellos presentes. La última noche de amor no es motivo de tristeza, sino una invitación a entregarse al momento, a dejar que los cuerpos hablen en el silencio de la intimidad.
Quiero dignificar mis dias y noches de todo esto, quiero sumergirme en la belleza del instante. Hay algo profundamente hermoso en reconocer que todo puede ser el final, pero también el principio de un nuevo ciclo siendo la única excepción, por eterno, aquello que Dios a unido. En este estado de disposición, el miedo pierde su poder, las cadenas que nos atan se desvanecen y, por fin, respiramos con libertad. Esa es la magia que sucede cuando decidimos olvidar los compromisos impuestos y las expectativas ajenas. Cabalgando libres como jinetes en las praderas del Eden.
Cuando te atreves a perderlo todo, en realidad comienzas a ganar el infinito. Ganas claridad, porque ya no estás nublado por las dudas que una vez te asediaron. Ganas autenticidad, al despojarte de las máscaras y disfraces que usaste para encajar en moldes ajenos. Ganas valor, porque enfrentar la vida sin reservas requiere un coraje formidable. Y, tal vez lo más importante, ganas la posibilidad de vivir de acuerdo con tus principios y convicciones, de descubrir tu verdad más profunda y de honrarla con cada acción, cada palabra y cada susurro.
El deseo de vivir plenamente, de sentir cada emoción como si fuera la última, nos mueve a redescubrir nuestros anhelos más genuinos. A menudo, la rutina nos sumerge en un océano de monotonía, donde los días se confunden y las experiencias se trivializan. Sin embargo, cada momento tiene el potencial de ser excepcional, y cada interacción puede dejarnos huellas imborrables.
Quiero que cada paseo por las calles de mi pequeño pueblo sea una aventura, una oportunidad de redescubrir la belleza en la simplicidad de la vida cotidiana entre farolas encendidas, niños jugando en las plazas y adolescentes nerviosos por sus primeros besos. Quiero que cada canción que escuche me inunde de recuerdos y emociones, que me transporte a lugares donde el tiempo no tiene ningún poder. Quiero que mis palabras sean un reflejo de mi ser, auténticas y sinceras, porque así es como construyo puentes hacia mi dignidad.
Las ataduras que solíamos considerar permanentes comienzan a desvanecerse cuando decidimos que la vida es un viaje, no un destino. El compromiso con uno mismo es el primer paso hacia la verdadera libertad. Cuando tomamos esta decisión, descubrimos que la vida no se trata de alcanzar metas extremass, sino de experimentarla plenamente, afrontando sus imperfecciones y desafíos hasta convertirla en una realidad plausible e idónea para que nuestra alma sea feliz.
La verdad es que cada uno de nosotros es un universo en sí mismo, cargado de historias, emociones y vivencias únicas. Ser fiel a uno mismo es permitir que esa unicidad brille, que cada experiencia se convierta en una expresión genuina de quiénes somos. Así, el camino hacia la autenticidad se traza con cada decisión valiente que tomamos, y cada vez que elegimos ser honestos con nosotros mismos, el mundo se despliega ante nosotros como un lienzo en blanco.
En este viaje hacia la realización personal, aprendemos que la felicidad no se encuentra en lo que poseemos o en lo que creemos que deberíamos ser. La verdadera felicidad brota de la gratitud por lo que tenemos en este momento: respiras? Ya tienes todo para empezar a ser pleno y feliz.. Estas semillas de felicidad son las que fertilizan el alma y nos invitan a seguir adelante, independientemente de los altibajos de la vida.
Así que vivamos con intensidad, con pasión, como si cada día fuera el último. siempre hay momentos por los que vale la pena la existencia, el vivir. Que los pobres de corazón no te digan lo contrario. Haz de tu vida algo único y magistral sin jamás escuchar ni dejarte llevar por los mediocres que se conforman con el vacío y lo superfluo. Hoy es un buen día para empezar a decidir .... ser feliz
Desde las madrugadas de Almeria; Mark Schindler.