Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. 5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir. 

Has sido engañada por tu propio orgullo
    porque vives en una fortaleza de piedra
    y haces tu morada en lo alto de las montañas.
“¿Quién puede tocarnos aquí en las remotas alturas?”,
    te preguntas con arrogancia;

Aunque se escondan en la cumbre del monte Carmelo,
    allí los buscaré y los capturaré.

Entonces el Señor Soberano me mostró otra visión. Esta vez vi una cesta llena de fruta madura.

—¿Qué ves, Amós?—me preguntó.

—Una cesta repleta de fruta madura—contesté.

No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres. 15 Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel.

Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en Jerusalén.

Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis;

Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: Traed, y beberemos.

 ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?

 Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. 8 Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?

Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos. 7 Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes;