Algunos presidentes de EEUU no solo han ocupado un importante lugar en la historia por sus mandatos y políticas, sino también por sus grandes discursos que han pasado a la posteridad, como el de Eisenhower, Ronald Reagan o John F. Kennedy. Todos ellos contenían frases motivadoras que han quedado en la mente de todos y que incluso se recuerdan en cada uno de sus aniversarios. Es el caso del «Discurso de Gettysburg» pronunciado por el presidente Abraham Lincoln, el 19 de noviembre de 1863.
Este discurso está considerado una de las piezas de la oratoria más importantes jamás escuchadas, tanto por la relevancia histórica del momento en que salió a la luz, como por la importancia que los Estados Unidos y su cultura le han dado a lo largo del tiempo.
Su aniversario se celebra el 19 de noviembre, y con el tiempo se está convirtiendo en una costumbre americana que distintas personalidades se lo aprendan y lo reciten (http://www.learntheaddress.org). Podéis ver el vídeo al final de este artículo.
Sin embargo, en un principio no estaba previsto que la alocución de Lincoln fuera a adquirir tanta relevancia. ¿Por qué motivos un discurso de segunda terminó convirtiéndose en uno de los más importantes de la historia de los EE.UU.
El 19 de noviembre de 1863, Lincoln tenía que dar un discurso secundario en un evento igualmente secundario para un país en guerra. Estaban consagrando un cementerio a los caídos en la mayor batalla hasta la fecha y quien le precedió en el estrado, Eduard Everett, era considerado el mejor orador de su época.
Everett habló por espacio de dos horas en una intervención de más de 13.000 palabras.
La intervención de Lincoln iba a ser meramente protocolaria, como protocolario era el tiempo que empleó en ella: solo habló dos minutos.
Pero aquellos dos minutos, preparados con mucha antelación y con cambios garabateados en un papel en el camino hacia el lugar del discurso, pasó a la historia tanto por el texto en su conjunto, como por la cita más celebre «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» con la que cerró su intervención.
Las breves palabras de Lincoln no parecieron ejercer un gran impacto entre los 15.000 asistentes, una enorme masa que incluía a muchos familiares de las víctimas.
De hecho, hay una anécdota -que algunos biógrafos han calificado de falsa- según la cual el presidente se dio la vuelta y ante el impresionante silencio que se produjo tras sus palabras, le comentó a su guardaespaldas algo así como «no ha colado» («won’t scour»). Sin embargo, la Associated Press (AP), al difundir la noticia añadió «aplauso largo» al final del texto. Y algunos testigos dijeron que sí se produjo un aplauso, que tardó en arrancar y que se prolongó algo más de lo normal.
Al día siguiente los medios republicanos lo empezaron a reproducir íntegramente y a definir como una gran pieza de oratoria, pero los demócratas lo calificaron de inapropiado para la ocasión. Todo el mundo estuvo de acuerdo en el gran discurso que había dado Everett.
El Times de Londres publicó: «La Ceremonia de Gettysburg se convirtió en ridícula por algunas de las ocurrencias del pobre presidente Lincoln»
Pero pronto las copias del discurso comenzaron a circular. Sobre todo porque el propio Lincoln las dio a sus secretarios para que las difundieran. Activó la publicación en las «redes sociales» de la época. Lincoln era muy consciente de que había dado un discurso magnifico, de gran calado, y no tenía intención de que su alcance se limitara a la memoria de los que estuvieron allí.
A partir de ahí el discurso se convirtió en el fondo argumental de la Guerra Civil aún en marcha, y sirvió de motivación a las tropas y a toda una nación.
Se convirtió en el texto más citado y más memorizado de la historia de Estados Unidos. De hecho, muchos grandes discursos posteriores, como el de Martin Luther King, bebieron de las fuentes de Gettysburg.