Resulta extraño hablar de objetivos en agosto, justo cuando uno de los lujos es ir dejando atrás esas listas de objetivos que a veces parecen escaleras mecánicas en las que te has subido en dirección contraria.
Pero no voy a hablar de esos, sino de los objetivos que sí te llevan a un lugar deseado, aunque sea despacio. Esos son los que se ven más claro en verano.
Cuando el ritmo baja, es un buen momento para dibujar qué quieres para el nuevo curso antes de que la escalera mecánica vuelva a ponerse en marcha.
Por fría que suene la palabra objetivos, definirlos dota al deseo de la posibilidad de ser.
El objetivo es el hada madrina del deseo, sin embargo, como esta, pone algunas condiciones y es ahí donde la cosa, a veces, se complica.
Por un lado, está la condición de acotarlo -qué quiero exactamente, por dónde empiezo…- y, por otro, la de acompañarlo, también en lo emocional -qué necesito para actuar-.
Hay tantos objetivos aparentemente fáciles que se nos resisten. ¿Por qué?