La oración es más que palabras, peticiones, o alabanzas que los creyentes traen a Dios. Es nuestra comunicación directa con nuestro Padre celestial, que nunca nos echa fuera cuando nos acercamos a Él, sino que por medio de Jesús escucha atentamente cada una de nuestras súplicas, las cuales nunca quedan sin respuesta. Cada oración, independientemente de su contenido o respuesta, es un fuerte vínculo de conexión entre Dios y sus hijos, y eso nada ni nadie lo puede romper.