Todos los hijos de Dios estamos llamados a tener un autoestima sanada. Es difícil vernos con amor, es difícil valorarnos pero, debemos dejar que Dios sane cada rincón de nuestro corazón. Dios sana la lepra de nuestros corazones, la lepra del rechazo, y no se cansa de decirte que SI quiere sanarte.