Un periódico atemporal situado en los andes argentinos, sobre las vías de la poesía bohemia cultural y los estudios ácratas, se van mezclando con una biografía sonora y clandestina sensible a la libertad.
Voz, Guion y Edición: Diego Vidal
Musicalización: Alejandro Ahuerma (Tilcara)
Referencia histórica: Juan Ahuerma (Salta)
Investigación Antropológica e Histórica: Edgardo Diz (Catalunya)
www.acratasdesalta.wordpress.com
Producción General: Ruth Ruano
Pablo Cosso, Antropologo (Salta)
Dra. Ivana Margarucci, Historiadora (CONICET, Bs As)
E. Apu Condori, Músico (SADEM, UNAMI, Humahuaca)
Seguinos los Lunes cada 15 días, nos encontramos en un abrazo de poncho wak kutikama, tinkunakama, hasta luego hasta el próximo encuentro.
Don Juan Riera era un panadero de la ciudad de Salta, español y anarquista. Dicen que los anarquistas no creen en nada, sin embargo, Juan creía en muchas cosas. Creía en la amistad, creía en la gente, que ya es mucho creer para quién dice no creer.
Manuel José Castilla era un joven poeta de toda Salta y sus alrededores (el mundo). Pero en tiempos de esta historia, trabajaba en un periódico de la ciudad de Salta.
Todos los días, al salir del trabajo, Manuel iba al trabajo de Don Juan a comprarle su pan caliente para llevar a su casa.
Varias veces iban a visitar a Don Juan panadero, Castilla y sus amigos, a asar un cuchicito (lechoncito) en el horno panaderil, a apurar un vino lento y entrador y a cantar algunas coplas.
Tanto creía en la gente don Juan, que de noche dejaba la puerta abierta de su comercio, para que los pobres tengan un lugar cálido donde dormir su invierno, al calor del horno que nunca se enfriaba. Nunca le faltó nada a Don Juan, porque ofrecía cariño y amistad.
Un día, Manuel José no pasó por la panadería, al otro tampoco. Pasaron varios días y Don Juan empezó a impacientarse y averiguó el por qué de la ausencia del amigo.
"A Manuel lo echaron del trabajo" dijo alguien por ahí.
Al otro día se apareció Don Juan por la casa del barbudo (de Manuel J. Castilla), con su pan caliente y su mano grande de amigo.
No le fató nunca el pan en la mesa a Manuel desde entonces. El pan y algún vino, o una lata de sardinas o la charla fraternal de Don Juan.