Tras semanas de ausencia, volvió Vladimir para despedirse de nuestros estudio. Lo hizo acompañado de Blanca, su mujer, y la conversación nos llevó por varios asuntos. Siempre apasionantes cuando los trae "el macetero". Nuestras becarias no le conocían y, claro, las cautivó. Así han redactado el encuentro: " Vladi para hablarnos como siempre de botánica y nos recordó lo peligroso del tanaceto, “una planta prohibida pero bellísima, que si sale un año, es para siempre”. También habló de que “la naturaleza es sabia, pero hay que tratarla con respeto”, y que el conocimiento apasionado puede cambiar vidas. Su voz suena como la tierra húmeda tras la niebla que nos hemos encontrado esta mañana: cercana, generosa, llena de matices. Y sí, sigue siendo ‘el jardín del Calvo’, pero también el de todos los que escuchamos con el corazón abierto.
Nos enseñó cómo distinguir la manzanilla romana de la alemana —detalles que solo él sabe explicar con tanta ternura—, y se despidió de los estudios Pedrito Barcina con una visita que, como sus plantas favoritas, deja raíz para rato. Hablamos también de sus clases en el taller de empleo, donde “si no hago algo creativo, me muero” y donde sus alumnos descubren que hasta las plantas pueden enamorar, si alguien las cuenta con verdad.
“Me emocionó que una madre me dijera: ‘Es la primera vez que a mi hijo le interesan las clases’. Para mí eso lo es todo”. Y quizás por eso, cuando habla de flores, de perros que arrancan mandrágoras o del color de su traje, todos entendemos que no se trata solo de plantas. Se trata de estar vivos y de disfrutar de lo que hacemos".