Seleccionar una profesión que corresponda con las habilidades, gustos e intereses. Esta selección depende 100% de quien inicia una vida universitaria, y no responder a recomendaciones u opiniones de terceros, aun si es la propia familia. Procurar un método de estudio que se convierta en un hábito sin que signifique un gran esfuerzo. La idea es que fluya lo mejor posible la relación entre los libros, la universidad y el estudiante. Identificar el momento del día en el que logra mayor concentración, pues muchos consiguen retener mayor información en la mañana, con la mente fresca, mientras otros son más eficientes en la noche. Acudir a todas las actividades que organicen tanto en la universidad como en la residencia universitaria, pues la vida académica incluye todo ese cúmulo de oportunidades de aprendizaje que está más allá de las aulas, como congresos, talleres, conferencias, charlas, visitas de expertos, torneos, encuentros deportivos y actividades de entretenimiento. Estar abierto a aprender, aunque no sean temas relacionados con el área de formación, pues eso forma parte del aprendizaje y la experiencia universitarios.