¿Alguna vez habéis pensado en la fortaleza de los árboles? Hay épocas del año, según la estación, en que les vemos como feos porque han perdido sus hojas. El tronco y las ramas parecen ser sus únicas ropas durante meses, pero eso no significa que estén enfermos. Ni que vayan a morir. Tampoco están reclamando ser talados por pérdida de vitalidad. Es justo, todo lo contrario.
Es decir, se trata de una fealdad que sólo vive en nuestra imaginación, motivada por nuestro afán de etiquetar. Si tienen hojas reflejan vida y si no, pues… Ellos, sin embargo, están en proceso de cambio, de volver a crecer, a florecer. Y repiten proceso año tras año. No se cansan de hacerlo. Aunque no tengan hojas, no están desnudos, se están transformando en el nuevo carbol que van a ser. Es su consejo silencioso, estaría muy bien escucharles e imitarles.