en los desiertos de la realidad,
en el suave y múltiple rumor que se hace con lágrimas,
en las axilas depiladas de los dioses,
en los mitos que se inventan los necios,
en las patas de una araña mansa que camina sobre un hilo de seda,
y en la vena que se rasga desde el ombligo hasta la frente,
en el resplandor del abismo,
en el extenso linaje de putrefacción
en un festín de lirios cortados,
en los personajes anónimos
reflejo insensato de la ventana,
en el gargajo de la propia existencia,
en el eructo borracho de las nubes,
en el cráneo sin esplendor de las ratas ebrias,
en el virus poeta de las noches sin tregua,
en las mañanas de lagañas madrugueras,
en las tumbas de los vivos, en la suerte manoseada,
en los fantasmas que llaman filantropía al egoísmo,
en las cadenas que fermentan locura en las muñecas de los condenados,
en la soledad de los demonios escondidos,
en los cuerpos del placer cristalino,
en el desazón del asesino capturado,
en el inicio líquido de la angustia
en la ficción que clava la vida en el pecho,
en lo innombrable que debe ser el amor perpetuo
efímera levitación del esqueleto,
en las huellas de un pastor ciego,
el infinito guardado detrás del ojo,
en los tragos que cimbran la inconsciencia
de las manos que bendicen el incendio...