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Los fármacos adelgazantes se han convertido en un fenómeno global. Ozempic sobre todo, pero Wegovy, Mounjaro… son nombres que ya se escuchan por todas partes. Mientras el sobrepeso y la obesidad crecen, también lo hacen los trastornos de la alimentación, la gordofobia y el culto a la imagen. Y quienes pueden permitírselo —porque las dosis de solo un mes pueden costar entre 200 y 400 euros, y el tratamiento puede alargarse muchos— están comprando estos medicamentos, en algunos casos en el mercado negro y sin receta ni necesidad clínica.
En plena fiebre por estos medicamentos, la Organización Mundial de la Salud ha publicado una guía que marca cómo deben usarse: ya los clasificaba como esenciales para personas con diabetes, ahora amplía recomendaciones en casos de obesidad. No los rechaza, para algunas personas pueden ser una herramienta útil, aunque no los indica para todo el mundo ni en ningún caso como tratamiento exclusivo ni sin seguimiento médico. Y advierte de que no pueden quedar solo al alcance de los que tengan el dinero suficiente para pagarlos.
Intervienen Mario Fontán, epidemiólogo social y asesor de la Secretaría de Estado del Ministerio de Sanidad, y Lucía Franco, periodista de EL PAÍS que ha investigado el mercado negro de los fármacos adelgazantes y aporta testimonios de vendedores.
CRÉDITOS
Si tienes quejas, dudas o sugerencias, escribe a [email protected] o manda un audio a +34 649362138 (no atiende llamadas).
By EL PAÍS4.3
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Los fármacos adelgazantes se han convertido en un fenómeno global. Ozempic sobre todo, pero Wegovy, Mounjaro… son nombres que ya se escuchan por todas partes. Mientras el sobrepeso y la obesidad crecen, también lo hacen los trastornos de la alimentación, la gordofobia y el culto a la imagen. Y quienes pueden permitírselo —porque las dosis de solo un mes pueden costar entre 200 y 400 euros, y el tratamiento puede alargarse muchos— están comprando estos medicamentos, en algunos casos en el mercado negro y sin receta ni necesidad clínica.
En plena fiebre por estos medicamentos, la Organización Mundial de la Salud ha publicado una guía que marca cómo deben usarse: ya los clasificaba como esenciales para personas con diabetes, ahora amplía recomendaciones en casos de obesidad. No los rechaza, para algunas personas pueden ser una herramienta útil, aunque no los indica para todo el mundo ni en ningún caso como tratamiento exclusivo ni sin seguimiento médico. Y advierte de que no pueden quedar solo al alcance de los que tengan el dinero suficiente para pagarlos.
Intervienen Mario Fontán, epidemiólogo social y asesor de la Secretaría de Estado del Ministerio de Sanidad, y Lucía Franco, periodista de EL PAÍS que ha investigado el mercado negro de los fármacos adelgazantes y aporta testimonios de vendedores.
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