Nació en Alsacia, el año 1002, de familia noble, descendiente de Alderico, duque de aquella región. Al ser bautizado recibió el nombre de Bruno, que cambió por el de León al ocupar la Silla de San Pedro. Tuvo una educación muy esmerada, frecuentó la acreditada escuela de Toul, destinada a la nobleza y recibió las órdenes sagradas. Promovió con energía los estudios eclesiásticos y, sobre todo, fue en todas partes el más decidido impulsor de la reforma eclesiástica. Tenía gran estima por la obra reformadora realizada por los cluniacenses y las Órdenes monásticas. Condenó la herejía de Berengario de Tours sobre la eucaristía. Fue hecho prisionero durante un año, pasado el cual volvió a Roma, donde murió el 19 de abril de 1054.