Sumergirse en la importancia de la oración en nuestras vidas no solo nos guía e instruye, sino que también nos renueva y enciende una llama viva que tiene el poder de transformar no solo nuestras vidas, sino también nuestras comunidades. Para encender nuestra sociedad, primero necesitamos estar encendidos nosotros mismos; ser esa chispa, y la oración es la chispa que enciende el fuego. Como creyentes, no podemos dejar que una vida rutinaria apague el fuego que hay dentro de nosotros. La clave está en volver a la oración, no como una obligación, sino como una necesidad vital, un anhelo profundo de estar en la presencia de nuestro Padre celestial. Jesús mismo nos dio el modelo en el Padre Nuestroy nos enseñó sobre los diferentes niveles de oración: pedir, buscar, y llamar. Reflexionar en estas tres claves importantes a través de la guía del Espíritu Santo, será la clave para encender el fuego que cambiará ¡nuestras vidas y el mundo a nuestro alrededor!