Dios es el Dios de los olvidados. En la región de Gadara, a las orillas del Mar de Galilea, vivía un hombre endemoniado, pero Jesús llegó ahí, no lo juzgó ni condenó, en cambio, lo miró con compasión, con amor y con una palabra de autoridad, ordenó a los espíritus lo dejaran en paz. Así el gadareno comenzó a vivir libre.