Los que nacen de nuevo pasan a formar parte de una comunidad forjada por la Palabra de Dios. Esta comunidad debe ser conducida y fortalecida por la Palabra.

 Debemos fijar nuestra mirada en la gracia venidera y vivir fielmente hoy. Vivimos fielmente cuando imitamos la santidad de nuestro Padre y nos conducimos con reverencia.

Nuestras pruebas requieren contexto. Tener contexto nos permite regocijarnos en nuestras pruebas. Nos permite mantener en nuestro radar los privilegios que Dios nos ha dado.

Somos expatriados, pero tenemos «esperanza viva» porque Dios ha tomado la iniciativa y terminará lo que ha comenzado.

Celebraremos la gracia que hemos recibido a través de Jesús, así como las oportunidades que se nos han dado para compartir esta gracia con personas de todo el mundo.

Tenemos una misión, y ella define quiénes somos, qué hacemos y cómo medimos el éxito. No podemos mejorar las Buenas Nuevas, el Gran Mandamiento ni la Gran Comisión.

Al comenzar otro semestre, Dios nos ha puesto un buen camino por delante. Estos son los seis pasos fundamentales que debemos seguir para cumplir nuestra misión.

Dios no es indiferente a la maldad ni al sufrimiento de sus criaturas: Él se preocupa por ellos. Esto debería reconfortarnos y confrontarnos a la vez. Debemos acabar con nuestra indiferencia hacia aquellos que han sido creados a imagen de Dios.

La salvación es del Señor. Él es un Padre compasivo que nos escucha, nos disciplina y nos rescata. A veces, como en el caso de Jonás, nos salva de maneras inesperadas.

Debemos dejarnos moldear por la compasión que Dios mostró a los ninivitas, a los marineros endurecidos y al profeta obstinado. Sus siervos deben abrazar Su compasión.