"(...) en todas partes del mundo, se está produciendo un alejamiento entre quienes detentan el poder económico, político, artístico, etc., y las nuevas
generaciones que sienten de un modo distinto a la función con que deben cumplir las instituciones y los líderes.
Y éste no es un problema que se
solucione con sondeos de opinión o con encuestas para saber de qué nueva manera se puede
manipular a la sociedad; éste es un problema de apreciación global sobre el significado del ser
humano concreto que hasta ahora ha sido convocado en teoría y traicionado en la práctica.(...)
Lo concreto es que ya no se cree en las promesas
y esto es mucho más importante, como realidad psicosocial, que el hecho de presentar
soluciones que la gente intuye no serán cumplidas en la práctica. La crisis de credibilidad es
también peligrosa porque nos arroja indefensos en brazos de la demagogia y del carisma
inmediatista de cualquier líder de ocasión que exalte sentimientos profundos. Pero esto,
aunque yo lo repita muchas veces, es difícil de admitir porque cuenta con el impedimento
puesto por nuestro paisaje de formación en el que todavía se confunde a los hechos con las
palabras que mencionan a los hechos.(...)
esto nos lleva a comprender que el tema de la vida humana está declamado y no es realmente
tenido en cuenta, porque se supone que la vida de las personas no es agente productor de
acontecimientos sino paciente de fuerzas macroeconómicas, étnicas, religiosas o geográficas;
porque se supone que a los pueblos hay que demandarles objetivamente trabajo y disciplina
social y, subjetivamente, credulidad y obediencia.(...)
Estamos avanzando hacia una civilización planetaria que se dará
una nueva organización y una nueva escala de valores y es inevitable que lo haga partiendo
del tema más importante de nuestro tiempo: saber si queremos vivir y en qué condiciones
(...)
Los acontecimientos están contribuyendo positivamente a que revisemos globalmente todo lo
que hemos creído hasta hoy, que apreciemos la historia humana desde otra óptica, que
lancemos nuestros proyectos hacia otra imagen de futuro, que nos miremos entre nosotros
con una nueva piedad y tolerancia. Entonces, un nuevo Humanismo se abrirá paso por este
laberinto de la Historia en el que el ser humano creyó anularse tantas veces
no puede llegarse al ser humano desde otro punto de arranque que no sea el
ser humano. Para el contemporáneo no se puede partir de teorías sobre la materia, sobre el
espíritu o sobre Dios... es menester partir de la estructura de la vida humana, de su libertad y
su intención y, lógicamente, ningún determinismo o naturalismo puede convertirse en
humanismo porque su supuesto inicial hace accesorio al ser humano.
Flaco favor haría a este momento de cambio quien se sintiera destinado a hegemonizar
y universalizar una determinada tendencia precisamente en el momento de la
descentralización y del clamor de reconocimiento de las particularidades reales.
(...)
quisiera evocar aquellas palabras, que comparto plenamente, y que vibran ya
en los orígenes de la Tragedia griega: “...de todos los caminos, aparentemente cerrados,
siempre el ser humano encontró la salida”.
Moscú
18 de Junio de 1992
Academia de Ciencias