Georgi Markov se convirtió en los años sesenta del pasado siglo XX en uno de los escritores más brillantes y prometedores de su Bulgaria natal. Sin embargo, sus choques con la férrea censura impuesta por el régimen comunista de Zhivkov le llevaron a tomar la decisión de desertar. Markov se refugió en Londres, donde consiguió rehacer su vida trabajando en el servicio internacional de la BBC y representando todas aquellas obras de teatro que le habían censurado en Bulgaria. Además, Markov colaboraba con otro medio, Radio Europa Libre, desde donde criticaba sin pudor tanto al régimen comunista de su país como a su líder. En septiembre de 1978, Markov fue atacado mientras esperaba el autobús: utilizando un falso paraguas, un hombre le disparó en la pierna una cápsula con ricina, un potente tóxico que le produjo la muerte en apenas tres días. Aunque a día de hoy sigue siendo un crimen sin resolver, todas las sospechas apuntan a que la KGB actuó por encargo del Gobierno búlgaro.