El último de los reyes de Egipto, Faruq I (1920-1965), conocido también como "el ladrón de El Cairo", pasa por ser uno de los monarcas más extravagantes de la historia reciente. Accedió muy joven al trono, tras la muerte de su padre, el sultán de Egipto, con tan solo 16 años, y desde ese momento comenzó a labrarse una justificada reputación de juerguista, mujeriego, amante de la velocidad y el riesgo, cleptómano, pornógrafo, glotón y jugador. El golpe de estado de 1952 acabó con su familia en el exilio, pero aún tuvo Faruq (ya destronado) algo más de una década para seguir disfrutando de sus placeres favoritos desde ese destierro. Su vida acabó tras un gran banquete, por un exceso, tal y como había muerto 70 años atrás su abuelo Ismael, virrey de Egipto hasta 1879.