María, Burgos lunar, en lágrima
de espina y lanza a la consagración
del vinagre, bendice a las estrellas
de mi pecho sufrientes por tu luz,
que en tu cuerpo sólo hay niebla,
que viniera del teclear sin gana
las maravillas del opus nueve
de Chopin en cualquier piano
y me sumerge en el llanto a cada intento
de iluminar tu cuerpo
lamentándome de este oficio tuyo
de afinador de versos
vaciando mi alma sobre las teclas negras
vertiendo mis lágrimas sobre las teclas blancas,
(¡que si vas a ejercer de afinador,
deja ya conmigo de jugar al ajedrez!)
exhausta
de los angostos días,
en que sólo pienso en ti,
o que no pienso si no pienso en ti,
y son una muerte de facturas
que me eximen de ser viviendo;
yo ardo,
y todo es inconexo
si no es en tu palabra
abierta al mar en un sudor cálido
de vastos pensamientos,
que abrazo al recibir del águila
libre, impuesta por el viento, tus cartas llenas de mapas para la traslación geométrica de un vuelo,
revelado un camino en tierra,
porque tú lo sabes
¡su vuelo es un lenguaje!
Los humanos
dices
no se poseen,
pero yo sé bien
que te poseo
si bailo indefinida o canto
en lo más dulce del sentimiento,
tañendo un instrumento
del que nunca fui maestra,
voces niñas que entiendes,
versos de idiomas nuevos,
porque no traducen nada.
El misterio de que siempre vuelvas
hará llorar a la esperanza
que abandoné en los acantilados
de Inglaterra,
y mi gesto se afianzada
de haberla abandonado por ti;
y vivo frente a una iglesia,
de ojo y boca la clausura,
que deja sólo ver sus muros
al regreso de tu voz
libre y plena,
ancestro en la vereda de mis labios
y la escucha de mis poros vueltos,
vertiéndose en la afinación
más precisa que la escucha táctil
de Chopin a sus pianos.
Agnes Fernández ha nacido,
he nacido voz sufrida
arriándote enferma en la gloria
en que el deseo reaparece,
y completa el sufrimiento
en la silueta de tus ojos:
porque tus ojos son montañas
que sólo conquistan la desnudez.
y yo les doy forma y tensión del viento,
que aun más bella en mi verme el tiempo,
recuerda una mujer inundación lumínica del orgasmo y pena de no saber
si recibieron carta sus células.
Nada es comparable a ti
que no dejarás nunca de amarme,
ignorada en necesidad tuya
de mover piedras aún distantes,
pero sabiendo aún bien
de tu bien,
que lo vi en el ojo que supo alzarse
a las crestas de Larrogain
para no tener más que elucidar
si estaba todo bien o estaba todo mal,
y te plegaste en un papel
que no era ya de mi carne,
y yo ardía
porque deseaba un beso en el interior de la roca,
y no tener más que ser buscada,
no tener más que buscar quién me busque,
no tener que saber si tu voz
me lleva a unas islas que el mar quemase,
abrumado en conciliaciones
que ni yo misma quisiera:
porque yo
a ti
te quiero,
y calícico es quererte:
dilucidar que el agua es luz
y la sal conduciría a su llamada,
por eso
quien lea estas palabras
vivirá de nuevo aunque no lo sepa,
árboles saben,
volátiles perceptos revelados en la mirada
de un indagar teúrgico.
Bien que ello es más de ti,
que yo asumo un natural compasivo,
y a ti te importa el otro
aunque empedrado en un acto
de soledades sin transcurso;
y yo te amo esperando,
que lo esculpido viva
en lo que yo haga por los demás jugando;
Ternario anarquismo
en colisión de mundos tuyos,
que hará un día espacio para el verso
que pueda de ser el acontecer
de un cuerpo;
y verme sana después del llanto,
hasta la siguiente lluvia
¿sin importar la luna?
asumiendo la repulsión
que ese día te dé la sangre:
sin lumínicos pensamientos
me querrías más al desnudarme,
y el aroma sentirías
a tristeza marcescente
que emana dulcemente
de mi cabello sin mensaje.
Pero no te preocupes, mi amor,
tu vida quiero, y no mi muerte.
De que he amado es testimonio
un amor roca y fe en tu vida,
y manantial fértil de la mía.
escuchar debemos
la sonrisa de la partitura.
¡Lo que es todo en el juego,
en la música no es nada!
y yo la conozco si la olvido,
y tú lo conoces cuando arriesgas,
y figuras mueven tu memoria
seguras de sus reglas.
Pero no olvides, mi amor, cómo ríes
si en mi locura alegre te digo:
“oh darling, give me a beso!”,
¿o si amaremos
cuando el velo se estremezca?
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