Días quietos
El médico me ha dicho que debo evitar ciertas comidas, el enojo y el consumo de alcohol. entonces llegan a mí los días quietos y con pausa.
Al principio me rebelo, me hago muchas preguntas y juró vengarme del sistema cuando todo pase,
pero nada pasa.
Mi cuerpo me domina, me dice que debo aprender de la paciencia y que no es hora para las lágrimas.
Comienzo a amar la vida sin mayor promesa que la realidad
Ahora me veo desde la barrera y desde mi propia distancia
no soy acaso otra, sobria o embriagada
tal vez más madura, quizá en busca de un refugio silencioso.
son los días quietos y silentes.
Me recojo en mi propio ruido
conozco mis debilidades y ya no quiero tomar ni una sola pastilla.
alguna vez escribí sobre el trayecto de los medicamentos desde la boca a la sangre
el mismo que hace el vino, el mismo que hace el hielo cuando lo mordía con whisky.
Agradezco a mi boca húmeda las palabras entendidas.
Son los días quietos
como la luna que solo sale para doblarme los dedos
como el sol que guardo en las despedidas.
Son los días de mis plantas y mis quejas entumecidas.
recorro cada una de mis partes
le pregunto a mis huesos si soportan más
planto una flor en una urna de vidrio.
Nadie entiende y nadie espera
que una persona como yo, Andrea, convierta la fiesta en agua
la liquide
la extinga
y grite ¡silencio!
los días quietos duermen en el racimo de mi garganta
en el arbusto de mi pecho
en el dolor de mis poemas.