Un amigo de Johnny Mercer recordó que “muchas veces, en lugar de bailar, se sentaba en el borde del escenario y golpeaba los pies al ritmo de la melodía y hacía todo tipo de onomatopeyas—seguir todo y agregarle cosas locas. Pero él era un músico de palabra. Estaba en su sangre”.
Un amigo de Johnny Mercer recordó que “muchas veces, en lugar de bailar, se sentaba en el borde del escenario y golpeaba los pies al ritmo de la melodía y hacía todo tipo de onomatopeyas—seguir todo y agregarle cosas locas. Pero él era un músico de palabra. Estaba en su sangre”.