A veces nos da miedo ser demasiado salvajes en nuestro contenido y nos preocupa que el apocalipsis nos ciegue y nos convierta en seres demasiado bárbaros gestionando nuestro refugio.
Por suerte, luego, escuchamos o leemos los mensajes que nos mandáis los que queréis entrar y nos damos cuenta que estáis mucho peor de la cabeza que nosotros, y nos encanta.
Seamos felices diseñando cómo pasaremos el resto de la existencia mientras la inteligencia artificial y su chat del demonio empiezan a organizar el plan para la extinción.
Marchando una ronda más en el Bar del Fin del Mundo