Lumpawaroo was the son of Chewbacca[1] and his wife Malla.[3] During the Age of the Empire, the Wookiees of Kashyyyk were enslaved by the Galactic Empire.[4]

When Lumpawaroo was young, he ventured down into the dangerous depths of Kashyyyk to find wasaka berries, which even adult Wookiees were reluctant to do. Chewbacca later recounted the tale, and how he missed his son, to the bartender Midnight, who wrote it in his journal.[4]

As a child, Lumpy's mother was taken from him and he was separated from his father. Waroo and other Wookiee children were forced to work as slave laborers at an Imperial child labor camp on the slopes of Mount Arayakyak. The Imperials prized the Wookiees for their small hands and their ability to climb for high altitudes.[1]

Waroo was a slave for most of his childhood and toiled under the supervision of Commandant Dessard. The Empire controlled the Wookiees by using inhibitor chips which sounded like a song of fire and terror. On one occasion, Waroo witnessed a female friend dying while trying to scale the walls of the daubcrete bunker. Following the liberation of Kashyyyk by New Republic forces in 5 ABY, the inhibitor chips in Waroo and the other child slaves were disabled. While Dessard and his subordinates managed to reassert their authority by using shock-lances and blasters, Waroo was encouraged by the demoralized state of the Imperial slave masters.[1]

Desiring liberty, Waroo made a dash for freedom while Commandant Dessard tried to close the pylon-gate. Waroo fled through the jungle by leaping through trees and branches. However, he came into contact with a spore-pod that had defoliated much of the surrounding jungle. Dessard and his men caught up with Waroo and prepared to execute him. However, the Imperials were then shot by Greybok, his father Chewbacca, and several New Republic soldiers. Dessard managed to escape the barrage of blaster bolts and was taken prisoner by New Republic soldiers. Waroo recognized his father and the two embraced each other after years of separation.[1]

Es un buen momento para recordaros que el título del podcast no tiene nada que ver con su contenido. Eso sí, por favor: en estos días de reflexión, en los momentos en los que recordéis que se ha muerto el NIño Dios, por favor, fruncid un poco el ceño, quedaos mirando al infinito, tocaos la barbilla y pensad "buf, la vida".

Gracias.

Sin duda este es un episodio de un podcast que ha sido elaborado por dos personas en un momento dado del espacio y del tiempo y que ha sido subido a la página web "iVoox", donde se alojan muchos otros podcasts que también existen.

Estos son los datos. Ahora tocan las opiniones. Mi opinión es "bueno". ¿Y tú?

Hoy es el día internacional del Vladimir y queremos celebrarlo por todo lo alto. Así que hemos dedicado este programa completo a todo aquello vinculado con el concepto Vladimir.

Como todos sabéis, un Vladimir es una paja rara, sin solidez, sin placer, con prisas, sin prestar atención...

Grabamos este episodio a principios de enero. No tengo ni idea de sobre qué hablamos. No recuerdo nada. Es más, es que no pienso escucharlo. Nunca escucho los podcasts después de grabarlos. Hablo yo, Peter Gabriel, a título personal. El otro componente, Mocasines, sí que se los escucha. Dice que en cada episodio hay "alguna perlita" (sic) que lo salva y hace que merezca la pena. Vosotros veréis si estáis dispuestos a escuchar los 48 minutos* que dura este capítulo para descubrirlo.

*me he inventado la duración, ni siquiera pienso mirar eso.

Una mañana de 2015, muy temprano.

Isabel comienza a planificar los tuits de la jornada en la cuenta del Perro Pecas.

"¡Guau!"

¡. G. U. A. U. !.

Golpea con fuerza las teclas. Cada letra es una sentencia. La mirada de Isabel está fija en la pantalla. En sus ojos hay fuego.

Todo esto no tiene necesariamente nada que ver con el contenido de este episodio, pero no tengo mucho tiempo para pensar algo y he optado por copiapegar un tuit mío. Lo importante es llenar espacio para llegar al límite de caracteres que exige Ivoox. Lamento mucho las molestias.

No sé si escucháis la SER por las mañanas, pero me hace mucha gracia el señor que sale que se llama Páramo. Su labor es hacer promociones de varios patrocinadores del programa. Me resulta gracioso por dos motivos principales:

1) Se llama "Páramo". ¡Nadie se llama "Páramo"!

2) Su única función es quitarle a Àngels Barceló la carga de tener que hacer ella publicidad. O sea, Páramo es una especie de figura de mayordomo raro con una función ultraespecífica.

La interacción siempre es igual: Àngels Barcelo dice "Páramo, buenos días" y Páramo dice "Hola, Àngels" y se pone a hacer una promoción de un seguro o lo que toque. No pierdo la esperanza de que algún día Páramo se rebele y hable de él, de cómo se siente. Sus anhelos y bajezas. Páramo: estoy contigo.

Queremos aprovechar este rinconcito de texto que hay que llenar con un número mínimo de caracteres para pedir perdón por la calidad del podcast. Este programa nace como una forma de rellenar un hueco tonto que tenemos los sábados a las ocho de la mañana, y nuestra única intención es pasarlo bien. Tan sólo queremos transmitir desde las ondas nuestra ilusión y nuestras ganas de vivir. No nos han tocado cartas fáciles en la vida, y queremos llenar todo lo que nos falta de conocimientos por no haber ido a la escuela con todo lo que hemos aprendido en la calle. Feliz año nuevo a todos.

Trigger warnings de este episodio:

- Menciones múltiples de genitales y acciones posibles con esos genitales.

- Descripciones muy gráficas de determinadas aficiones de miembros destacados de la iglesia católica.

- Gente riendo muy fuerte con la boca llena de yogur.

- Publicidad de Porcelanosa.

Esta semana traemos el más especial de todos los programas, aquel en el que celebramos el nacimiento de Dios. Porque, hasta que llegó nuestro amigo Jesús no había ningún dios que nos guiara y quisiera, y eso era una puta mierda.

Los llaman los años oscuros: milenios en los que la humanidad no tuvo dioses que los guiara y abrazara. El canibalismo predominaba, el incesto era ley y el mongolismo proliferaba.

Pero no vamos a recordar la Era de la Oscuridad, no, hoy toca celebrar que Jesucristo vino a la vida para defendernos de la Nada, el Nihilismo y la Subnormalidad.