Andy Grey vuelve al laboratorio en busca de la sustancia más nociva entre las que contienen metales. Trabaja con el dimetilcadmio, tan volátil que es muy fácil respirarlo o ingerirlo de alguna forma; y tan reactivo con el oxígeno que puede inflamarse espontáneamente y desprender una nube tóxica del venenoso óxido de cadmio. Y allí no terminan los peligros, pues puede reaccionar lentamente con el oxígeno, generando unos productos de reacción de los que apenas si se sabe nada aparte de que explotan violentamente con el contacto o la fricción.

Pero ella ha encontrado un antídoto y lo presenta en este Don’t Kill My Vibes. Este antídoto se basa en metales pesados también, pero de las trompetas, los trombones, los saxos y demás instrumentos que acompañan estos temazos que no pararás de bailar este verano. Fuegos y apagones, salsa, murga y tambó. ¡Qué le den el Nobel ya!

Los Anguilas y Decibelios compartimos barra en una ocasión con el mismísimo Pat Metheny. Hace de aquello muchos años y de fondo sonaba el Sex Machine de James Brown, recuerdo imborrable al que queremos homenajear con el comienzo del programa. A partir de ahí tendremos temas más antiguos para luego cambiar nuestro sombrero por una Stratocaster, la de Kurt Vile, y después calzarnos una gorra y venirnos arriba. Lo haremos con sonidos más jazz-electrónicos a cargo de Brandon Coleman, Lamar, Oso Leone y los increíbles, indescriptibles y fascinantes Ibibio Sound Machine. Así así hasta pasar al deep-house mezclado por el Sr. Harvey, a quien por cierto no lo cambiaría por Metheny para compartir barra y cervezas.

La de hoy vuelve a ser un paseo por diferentes estilos, ritmos y sonoridades. Te encontrarás con sorprendentes novedades interactuando con sonidos tradicionales de raíz, toda una nítida mezcla del antes y el ahora que puede que no te deje indiferente. En esta sesión todo lo que proponemos ha sido creado, producido, reinterpretado o reeditado en el presente 2022.El programa lo hemos dividido en tres partes, de la siguiente manera: En la primera escucharemos reggae, arabo-reggae y africano. La segunda es eminentemente electrónica y encontraremos trip-house con toques andinos, sonidos indo-africanos, electro cumbia, electro folk, gallego y nu-jazz desde un punto de oído muy vanguardista. En tercera, el soul, el r&b, el funk con presencia de hip-hop, y los ritmos latinos interactuando con funk y el afro-beat con toques de highlife, se muestran con esplendor. Todas las canciones se han publicado en lo que va del 2022.

Un hit del afrobeat-groove, The Drum, de Sons of The Scientists junto a Eska, da comienzo a un muy bailable encuentro con la música africana más reciente de la mano de Sr. Lobezno. Una sesión que no deja indiferente a nadie porque todo provoca mover el cuerpo, contagiado de afro rhythms muy cercanos al espíritu caribeño. Para la muestra el remix que hace el incombustible Louie Vega de la bella canción de la banda Osibisa, Yo Love is Betta. Pero también la sociedad de dos continentes que trazan Digital Africa y Clave & Guaguancó en Ode; una evocación de la rumba congoleña y su afrocubanía. Aquí hay mucho sabor, y eso es algo de agradecer a Sr. Lobezno.

En 1975

Ángel Canales sacó al mercado el álbum Sabor. Sabor era el nombre de su banda y

lo había inspirado una canción que grabara con el conjunto de Markolino Dimond

en 1971, Tiene Sabor. "Mi conjunto tiene ritmo, mi conjunto tiene

sabor". Este fue un disco muy personal, como lo certifican el tema que le

dio título, Sabor Los Rumberos Nuevos, o frases de otras canciones, como:

"Yo nací en Puerto Rico y en Nueva York me crié...", "Eres sol

de mi vida...", o "Que yo me inspiro aquí con mi canto para que

puedan gozar...". Fue el detonante de un estilo también muy personal y que

convirtió a Canales en un personaje atípico y singular en la escena latina de

los años 70. En La Hora Faniática de hoy, el singular y sinigual Ángel Canales.

Si estás en la Ciudad de los Vientos puede que hayas dado con uno de nuestros protagonistas una noche cualquiera en un bar o en un club, detrás de su batería o a los platos tocado con un sombrero Stetson de piel de castor y su mercedes vintage azul aparcado en la puerta. Es el baterista nacido en Panamá y establecido en Chicago, Daniel Villarreal. Acaba de publicar uno de los mejores trabajos del año. Un disco psicodélico, magnético y divertido que redefine las reglas del nuevo jazz latinoamericano. 

Un álbum obligatorio, necesario y exigente. Como todo cuanto nos ocupa habitualmente en Future Beats. Tu viaje al futuro inmediato de la actualidad sonora global, bajo la prescripción y narración de Alex García Amat.
He aquí, una vez más, la música que nos conmueve.

Un número considerable de inmigrantes de Puerto Rico, República Dominicana y Cuba comienza a llegar a Estados Unidos y traen consigo sus ritmos populares. Así, en 1942 se produce un choque de trenes: genios de la joven generación del be-bop como Dizzy Gillespie y Charlie Parker conocen a un maestro de la percusión afrocubana: Chano Pozo. Los confinamientos de la música popular y el jazz clásico comienzan a desdibujarse. Nace el Cub-Bob. 

No obstante, este es solo uno de los acontecimientos a los que asistimos en este sexto episodio, donde se recoge un nuevo capítulo del jazz afronorteamericano: el surgimiento del Cool en los años 50, con su cuartel general en Los Ángeles, California. El jazz moderno se divide entonces en tres escuelas distintas: mainstream, el Bop en la costa este, y el Cool en la costa oeste.

Tras estallar la Segunda Guerra Mundial se dificulta la grabación en estudios para las bandas y los músicos afroamericanos, algunos de los cuales tuvieron que luchar en Europa y el Pacífico. Por esta razón, hoy existen muy pocas grabaciones de jazz durante el período 1940-1945. Sin embargo, al concluir el conflicto los jóvenes que sobrevivieron regresaron a casa y en Harlem se comenzó a escribir otro nuevo capítulo del jazz: el Bebop. 

La música universal nunca volvería a ser la misma, y artistas como Charlie Parker, Miles Davis y Dizzy Gillespie serían algunos de los responsables. Irónicamente, solo los blancos podían ingresar a los clubes donde esto sucedía y pocos afroamericanos sabían que sus hermanos negros estaban haciendo historia en el género. Una historia que hoy contamos en este quinto episodio.

En 1972

apareció en el ambiente el disco Rafi Val y La Diferente. Grabado en diciembre

del 71. Era el tercer álbum de la compañía Vaya, sello fundado como filial de

Fania y que tenía varios accionistas como dueños, entre ellos Harvey Averne,

Larry Harlow, Leon Gast y Alex Masucci. Vaya no era, como se ha dicho, una

"lavandería" de Fania para canalizar allí algunos productos y reducir

impuestos. Aunque estas prácticas eran habituales en el mundo de la música,

Vaya no era una empresa fachada como si lo fue Forum para Brandson Music, dueña

de Tico, Alegre y Roulette; ni siquiera un sello low-cost como lo fue Tropical

para Seecco. Sencillamente era un sello nuevo para iniciar el proceso de

amplitud de la compañía y hacer que esta dejara de ser independiente y se

convirtiera en una Major. En fin que allí surgió La Diferente, de la que

hablaremos hoy en La Hora Faniática.

Nos habréis escuchado muchas veces hablar del “perraqueo”, pero nunca os lo hemos explicado como tal. En el nuevo programa, hablamos con Andy Grey, nuestra ‘maestra de los botoncitos’ y una de las productoras y DJs más al alza en el circuito estatal. Con ella hablamos sobre este nuevo concepto que, de alguna manera, podría ser extrapolable a la nueva cultura de clubbing que se vive en Madrid y en el resto de España. Por eso, hablamos también con varias de las personas detrás de estas sesiones nocturnas (que, en el grueso de ellas, nuestra Andy Grey es habitual tras los platos), como Aventuras Tropicales, Cafeína, La Booty Vuelta, Rawa Club, Duty Free, Tambor Negro, Los Dominguito, La Tropi Terraza o Lucky Drag Show, entre otros y otras.