Los bordes del lago General Carrera, en lo profundo de la Región de Aysén, se transforman en el terruño vitivinícola más sureño del planeta, gracias a un equipo del que forma parte esta enóloga e investigadora del Instituto de Investigaciones Agropecuarias. Su relato comenta un trabajo curioso en apariencia, pero en la práctica una importante alternativa para el cultivo de la vid frente al cambio climático. Es muy posible en un par de temporadas, o menos, surjan las primeras producciones comerciales de vino. Sí, casi, casi, al final del mundo.