¡Ya está aquí! ¡No queda nada para que nazca un año más el Salvador! ¡Qué grande Eres, Señor, y cuanto Amor nos das! Nos regalas el cumplimiento de tu Palabra, sellas tu Alianza como nos dices en el Salmo, a través de la historia del Rey David: “Le guardaré por siempre mi misericordia, mi alianza con él será firme.” (Sal 88, 2-5.27.29). Y es que, hermanos, Dios no falla, no nos abandona… Es quizás el Mundo el que nos confunde y nos hace creer que se cansa o que su amor es imposible, bien por ser demasiado perfecto o bien por parecer un cuento de fantasía, pero hermanos, eso es lo que el Ángel Caído quiere, que caigamos con él y someternos a su desprecio, pues ni él mismo es capaz de entender el amor que derrochó el Señor con su mujer, que no es otra que La Humanidad, hecha para ser uno con Cristo. Él viene para salvarnos, para recordarnos que no estamos solos, que Él es capaz de hacer que florezcan flores en la basura y hacer posible lo imposible, abrazar al corazón más perdido y oscuro y convertirlo en diamante: “El Sol naciente nos visitará desde lo alto, para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.” (Lc 1,67-79). Asumamos que vivimos en un lugar donde el Bien y el Mal conviven, y que tenemos la Libertad que Dios nos regaló para participar en la Victoria Final, en la que el Sol sale y jamás se vuelve a poner. Mañana, con el Nacimiento de Cristo y en Pascua con la Resurrección de este Niño, se gana esa batalla que tanto nos cuesta batallar… No cesemos en la lucha, lo que hizo Dios no tiene explicación más allá que EL AMOR. Un amor que no siempre está hecho a la medida de nuestras apetencias, es un amor que abraza, acaricia, enseña, corrige, castiga y no cesa en darnos una y otra oportunidad. “Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo; si algo hace mal le castigaré […] Pero no apartaré de él mi amor” (2S 7,1-5.8b-12.14a.16). El AMOR de Dios no se acaba, grabemos esto en nuestros corazones, porque nuestra alma, que fue pensada desde el principio por Dios, ya lo sabe y lo guarda. No acallemos la voz de nuestra alma y seámosle fieles. A través del alma está Él con su Espíritu, pues con ella volveremos al Padre.
Esta noche puede ser muy diferente según para quién… Hay quién no tendrá casa suficiente para meter a toda la familia y hay quien desearía no haber nacido, quien sienta el calor de Cristo incendiar su corazón y quien se revele contra Él por no sentir más que frío aún sin cesar en su búsqueda. No olvidemos al hermano, este es uno de los caminos que Cristo nos enseña para llegar a Él. Seamos agradecidos a Dios por la vida que nos regala y pidámosle fuerza para que no nos deje caer y alejarnos. Cristo viene, y viene de Verdad, como cada año, como cada día. Hagamos grande el mensaje de la Salvación y no temamos a desearnos los unos a los otros ¡FELIZ NAVIDAD, CRISTO HA NACIDO!