En esta conversación íntima, Erick me confesó que "no era de los más talentosos de la banda", que "nunca tomó clases de canto", y que fue Ricky Martin quien lo salvó de la eliminación en esa audición que le cambió la vida. “Sin Ricky no hay Erick”, me dijo, y ese momento marcó el inicio de un viaje extraordinario. Hablamos de la fama descomunal que vivió tan joven, pero también del alto precio que tuvo que pagar: “Perdí gran parte de mi adolescencia por CNCO”, me dijo con una mezcla de nostalgia y honestidad. No fue al prom, estudió con una tutora en giras y se convirtió en un ídolo global mientras sus amigos tenían una vida normal. Pero lo más fuerte fue escucharlo decir: “Yo no me quería ir de CNCO. No fue mi decisión.” Durante meses, tras el fin de la banda, vivió una etapa de confusión, ansiedad e incertidumbre. Estaba solo, sin estructura, sin rumbo, con miedo a fracasar como solista. “Me estaba cagando”, me confesó entre risas nerviosas, recordando su primera vez cantando solo.

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